
¿Qué es la terapia y a quién le ayuda?
La herramienta fundamental que nos ayuda a ayudarte es la palabra. La medida en que nos preocupan nuestros problemas está determinada por la forma que tenemos de interpretar nuestro entorno. A través de la palabra ponemos a prueba los fundamentos en que nos basamos para valorar lo que tenemos alrededor. Hablar también nos ayuda a ver con un poco más de distancia los problemas y, cuando lo hacemos con un profesional, éste nos ayuda a poner nuestras ideas sobre la mesa, verlas con claridad y buscar soluciones efectivas. Otros métodos que se utilizan muy frecuentemente en terapia son las técnicas de relajación, sobre todo para trabajar el afrontamiento y control de la ansiedad y el estrés. Estas técnicas nos ayudan a desactivar nuestro cuerpo y nuestra mente en momentos estresantes y a ser capaces de hacer frente a situaciones de tensión sin sobrecargar nuestro organismo. También se utilizan para controlar los pensamientos invasivos, la agresividad y, en general, para cualquier situación que nos implique malestar. En muchas ocasiones es necesario incluir en la terapia alguna sesión de psicoeducación, es decir, explicaciones teóricas acerca de algunos principios psicológicos que están directamente relacionados con el problema del paciente. De este modo conseguimos que éste comprenda lo que le está pasando, algo fundamental para que se produzca el cambio. Para cumplir los objetivos de la terapia es imprescindible trasladar el aprendizaje de las técnicas a la vida diaria del paciente. Para ello es imprescindible que la implicación con la terapia sea alta y que el paciente se implique al máximo. A través de las “tareas para casa” psicólogo y paciente programan las actividades que se van a realizar entre las sesiones para poner en marcha las técnicas aprendidas en consulta y valorar su eficacia. Estas tareas suelen ser sencillas y no interfieren en la vida del paciente, por lo que es un método idóneo para incrementar la efectividad de la terapia.
¿A quién va dirigida?
Niños: problemas de conducta, miedos, timidez, terrores nocturnos, fobias, control de esfínteres, problemas de desarrollo, etc.
Adolescentes: ansiedad, depresión, conductas adictivas, educación sexual, aislamiento social, fobias, abuso de alcohol y drogas, ira, problemas de conducta, problemas alimentarios, fracaso escolar, etc.
Adultos: depresión, ansiedad, miedos, fobias, dolor crónico, abuso de alcohol y drogas, tabaquismo, control de impulsos, obsesiones, problemas sexuales, juego patológico, conductas compulsivas, problemas de pareja, agresividad, problemas alimentarios, problemas de sueño, duelo, etc.

Objetivos de la terapia.
Los objetivos de la terapia dependen de los deseos y problemas específicos de cada cliente, por lo que se realiza un estudio personalizado de cada caso para establecerlos. No obstante, en líneas generales los objetivos que nos planteamos son:
Buscar soluciones a tus problemas.
Enseñarte a afrontar tus ansiedades en lugar de evitarlas.
Ayudarte a cambiar lo que no te guste y a aceptar lo que no se puede cambiar
Producir cambios duraderos.
Ayudarte a ser más consciente de tus concepciones erróneas
Ayudarte a ganar confianza.
Promover tu sensación de dominio y auto confianza, sentirte dueño de tu vida, fomentar el dominio de diversas situaciones, tanto presentes como futuras.
Conseguir independencia y autonomía.

Fases de la terapia.
Evaluación: Se plantea el problema y se revisan las principales áreas de la persona para valorar el grado en que se encuentran afectadas por el problema o pueden influir en el mismo. También se revisan otros aspectos como la duración, la frecuencia de aparición del problema, las consecuencias, etc. En algunos casos será necesario utilizar test psicológicos. Es importante también que en ese momento se establezcan los objetivos terapéuticos.
Intervención: Es el momento en que comenzamos a trabajar sobre los problemas con las técnicas que se requieran en cada caso. El primer paso de esta etapa de la terapia será explicarte en qué consiste exactamente lo que te está pasando y de qué forma vamos a poder ayudarte a solucionarlo. El papel del paciente en esta fase es muy activo, ya que de él depende poner en marcha en su vida cotidiana las técnicas aprendidas en la consulta.
Seguimiento: Una vez que se han alcanzado los objetivos terapéuticos es importante revisar la evolución a fin de mantener los logros y evitar posibles recaídas. Este seguimiento se realiza con consultas más dilatadas en el tiempo.
Duración: Es aspecto es variable en cada caso y depende tanto de la colaboración del paciente con la terapia como de los acontecimientos que acurran durante la misma, la resistencia al problema, etc.
Frecuencia: Al inicio de la terapia la frecuencia de las sesiones es semanal y según evolucione el problema se distancian las citas cada dos semanas. Finalmente se pasa al seguimiento puntual que va desde una vez al mes hasta dos veces al año, siempre que no se observen recaídas. En cualquier caso la periodicidad de las sesiones también es adaptable a las circunstancias personales del paciente.

¿Cuándo acudir al psicólogo?
Es una cuestión para la que no existe una respuesta clara, ya que cada problema afecta de forma distinta a cada persona, por lo que es algo muy subjetivo. Para saber si necesitas ayuda psicológica te puede ser útil observar algunos signos como por ejemplo la ansiedad, inquietud excesiva, problemas de sueño, aumento o disminución del apetito, tristeza, cansancio inusual, falta de concentración, etc. Algunas personas acuden al psicólogo por problemas muy concretos (dejar de fumar, dificultades de comunicación, estrés en el trabajo, falta de habilidades sociales, inseguridad, problemas sexuales, etc.). Otros in embargo consultan por problemas más generales, como sentir que la vida carece de sentido, negatividad ante todo lo que nos rodea, sentimientos de soledad o de indefensión, miedos o inseguridades ante el entorno, problemas con los hijos o con la pareja… Tomar la decisión de ir al psicólogo no significa estar loco ni tener que ir de por vida. Estos son tabúes muy arraigados en la sociedad que carecen de fundamento científico. Ir al psicólogo simplemente significa buscar solución a un problema. Demorarnos en acudir al psicólogo puede agravar un problema que tratado a tiempo podría haberse resuelto fácilmente. El tiempo, por sí solo, no arregla nada. Son los cambios que nosotros introducimos en nuestra vida a través del tiempo los que pueden ayudarnos a solucionar nuestros problemas. Si finalmente decides realizar una consulta es importante que sepas que la ética profesional nos obliga a mantener la confidencialidad de todos los datos y el secreto profesional de toda la información a la que tengamos acceso, por lo tanto se respetará al máximo tu intimidad y privacidad.

